Para leer gritando
Yo tenía una casita,
el fuego me la quemó;
yo tenía un refugio,
el viento me lo voló.
Tenía un botecito,
la inundación se lo llevó.
A la pradera con flores sin espina
el terremoto la destruyó.
Ya no hay lugar para escapar
de la tempestad de tu silencio.
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