2 de diciembre de 2015

Inevitabilidad de los días

Hoy me desperté
con una sensación de vacuidad
infinita;
qué pesadez
qué tristeza
ya no tenemos tiempo para jugar.
A nuestras vidas las engulló
un monstruo con fauces negras
triturando nuestro destino
definiendo, moldeándolo.
Qué lástima
ya no podemos ser amigos;
ya no existe invitarte a tomar la leche,
pasar la tarde comiendo galletitas.
Vos allá
yo acá
cada uno, todo el mundo, de su lado
engullidos
encerrados.
Qué agonía;
el monstruo
mientras más come
más quiere
y nos condena a esta oscuridad
tan cómoda
sin encontrarnos
sin buscarnos.