Qué difíciles se hacen los domingos en invierno cuando solo la nieve me dibuja el fantasma de tu silueta asomando en una ventana en la que no te veo venir.
Qué difíciles los miércoles en verano cuando el calor del recuerdo de tu abrazo me ahoga en la cama y no me deja dormir.
Qué difíciles los jueves en otoño cuando el viento del sur mueve las hojas doradas de los árboles, como tu voz llamando mi nombre invisiblemente, que luego cesa cuando las hojas caen.
Que difíciles los lunes en primavera cuando las flores me recuerdan el olor del valle donde te conocí y me hacen añorar el fin de esta ausencia.
Qué difíciles los miércoles en verano cuando el calor del recuerdo de tu abrazo me ahoga en la cama y no me deja dormir.
Qué difíciles los jueves en otoño cuando el viento del sur mueve las hojas doradas de los árboles, como tu voz llamando mi nombre invisiblemente, que luego cesa cuando las hojas caen.
Que difíciles los lunes en primavera cuando las flores me recuerdan el olor del valle donde te conocí y me hacen añorar el fin de esta ausencia.
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