How much can you feel?

Era ofuscado. Se le notaba se solo verlo, como la nariz se ceñía en una mueca de disgusto constante, ya definitivo e involuntario. Se movía nerviosamente de un lado a otro realizando sus Obligaciones verdaderamente obligadas, no le ponia el menor esfuerzo. Es que no era un experto en lo que tenia que hacer. Es más, casi no sabía hacerlo. Sólo imitaba fugazmente el obrar mecanizado de otros cientos que tenían idea o por lo menos disfrutaban de su labor diurno. Una vez que él se empecinaba en hacerlo, se cerraba en una burbuja de testarudez casi palpable y nunca pero nunca pedia ayuda. Habia supervisores, o inculso sus propios compañeros que lo miraba, lo preforaban con los ojos al ver el desgano que tenia. Y como no pedia ayuda, casi nunca lo ayudaban. Solo muy de vez en cuando se le acercaba alguien compasivo o compulsivo que, al ver el desastre, trataba de arreglarlo un poco. Pero entonces él gruñía un poco algo incomprensible, daba media vuelta y se iba sin terminar, delegando su responsabilidad. Esto era injusto para las dos partes porque el no pedia ayuda, que se metan en su trabajo era como una ofensa a su persona. Pero no era motivo para dejar al otro así como así, dado que no era responsabilidad suya. En todo caso, el podría negarse a ese gesto que asemejaba a la generosidad pero era lo mismo. Después de todo no trataba con nadie, ni para pedir ayuda ni para negarla.