9 de febrero de 2014

Vida

El piso no rechinará tanto
cuando volvamos a vernos;
los muebles estarán mudos
en el rumor oscuro de la noche.
La lluvia apagará su canto
y se esconderá en las inmensidades del cielo;
las motos errarán su vuelo
y no pasarán frente a mi ventana;
la mañana llegará calma
sin ruido de pájaros ni grillos
y el olor a cigarrillo
se habrá esfumado con el viento;
el mundo estará en vilo
esperando con sigilo
las palabras de tus labios:
ningún te quiero ni un te amo,
nada de esperanzas
mal puestas en el otro,
ningún llanto de correas
que nos aten a la cama que nos vela.
Las palabras serán claras
como los anhelos en tus ojos
ojos que me miran
y me siento inmune
al paso de los días,
veo en ellos lo que nunca vi
en ningún otro reflejo
creerás en mi
creerás en nosotros;
tus labios me darán confianza
con eso me alcanzará para vestirme
y enfrentar la vida;
te amaré no porque me amas
sino porque me haces amarme a mi misma;
verás en mi un lienzo en blanco
que pintaré
con lo que me den tus manos en mis manos: será una obra de arte.


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