17 de febrero de 2010
Flowers on the grave.
Solo me queda el repiqueteo constante, de tu mirada insegura
de tu cuerpo de cornisa, por el que solo me quedo caer.
Solo me queda repetir la historia una y mil veces, en la memoria rota
en las fotos del cajon. Solo eso, repetirte furiosamente, hasta que no tengas sentido, hasta que seas solo un muro que rodear
15 de febrero de 2010
8 de febrero de 2010
Nada por aqui, algo por alla.
Era verano. Cuando las hormonas se alborotan y los cuerpos se descubren. Ella, parada en la mitad de la vereda, esperaba. De vez en cuando miraba el reloj, sacaba el celular, mandaba un mensaje, y guardaba de nuevo el celular dentro de su cartera de Louis Vuitton. Se llamba Yamila. Tenia unas piernas largas y esbeltas, que la falda apenas las cubiran hasta medio muslo. Pelo castaño claro y lacio, con unas leves ondulaciones que le sacaban la sosedad. Era flaca pero con sus curvas peligrosas, o, como lo definiria un hombre, estaba buena. Iba al gimnasio todos los dias religiosamente. Tenia un BMW, del cual lo unico que sabia era meter la llave, prenderlo, y mover el volante para llegar a donde tenia que llegar. Lo demas, definitivamente no era algo de lo que ella debiera preocuparse, alguien mas seguro estaba para arreglar lo que no anduviera. Hija de un vendedor de seguros, unica hija, habia crecido en la crema de la sociedad, alimentando ambiciones con la mastercard de papi. Una de sus ambiciones eran los morochos trabados que el rugby habia dejado en la ciudad. Cada vez que salia a bailar con sus amigas, no solo hacia notar su solteria, sino tambien su antipatia hacia cualquier otro tipo de hombres que no fueran los mencionados, a tal punto de ignorarlos completamente.
Simon era guitarrista en una banda que habian formado con los amigos dos años atras. Estudiaba economia, con algunos atrasos importantes, pero remontando ya por el final de la carrera. Le gustaba hacer shows con su banda, y despues quedarse el bar o boliche donde tocaban, jugando a ver quien quedaba mas borracho, quien se levantaba mas minas, o quien se iba ultimo. En una de esas tantas jugarretas, mientras trataba de ser el mas borracho y el que mas minas se encaraba, aparecio Florencia. No sabia porque ni como, solo le habian dado ganas de dejar todo lo que estaba haciendo, invitarle un trago y pasar la noche hablando con ella, conocer sus gustos, su vida, sus miedos, todo. Se sacudio la cara de baboso y le aparecio la mas amigable que le salio, fue directamente a ella, y con la voz mas amable que le salio le pregunto:
-Linda, te puedo comprar un trago?
Ella lo miro insegura, pero enseguida se suavizo y accedio. Su deseo se cumplio, y estuvieron en el patio del bar hablando toda la noche. El le conto sobre su carrera, su banda, su familia, la musica, los libros, las decepciones, los golpes, la escuela, y de vez en cuando, ella intervenia con alguna pregunta. Despues, Simon pregunto y pregunto, hasta que se hicieron las seis, y el bar estaba empezando a ser vaciado lentamente. Le pidio en numero de telefono -Aunque quisiera pedirte un beso- pensó. Ella se lo dio, y tambien le dio el mail, porque le dijo que era problema comun no tener credito. Durante las semanas siguientes puediron chatear muchas veces, siempre conversaciones largas, profundas, divertidas, satisfactorias. Cada uno dejaba ver cada vez un poco mas de si, llendo a un compas sin prisa pero sin pausa, cada vez mas diestros en el arte de conocerse por izquierda y derecha. Simon, inevtablemente, se enamoro de ella. Cada vez que la llamaba, o hablaban en el chat, su corazon latia con fuerza y sus ojos se iluminaban, si bien las oportunidades de verse eran pocas. Solo habia una cosa que lo inquietaba: no sabia que era lo que sentia ella. Flor nunca dio señales de gustarle, pero tampoco mostro señal alguna de desinteres. Es mas, algunas veces lo llamaba ella, por el simple hecho de hablar, a veces porque sus impuntuales amigas se demoraban mas de lo normal y queria pasar el tiempo hablando con el, a veces para contarle algo importante, como cuando su hermana le dio un hermoso sobrino, o cuando saco el carnet de conductor. Y aun asi, Simon tenia esa duda que crecia dia a dia, cada vez que hablaban, a la noche antes de dormirse, mientras se bañaba, estudiaba, hasta que llego un dia que no pudo mas...
De su frente brotaron dos pequeñas gotas de sudor. La tarde avanzaba pero el calor no cedia. Miro su reloj una vez mas. Las 18.20. - Este pelotudo que no viene- se dijo. Abrio su cartera y saco las llaves de su BMW. -Espero cinco minutos mas y me voy-. Penosamente, miraba para todos lados, esperando ver en alguna cara que pasaba indiferente a ese macho que se habia apretado hacia dos noches en el boliche, y que la habia llamado para salir ese dia. A punto de enfilar para el estacionamiento, miro por ultima vez a su izquierda. Venia un morocho, alto, de paso seguro, un poco rapido. No le veia la cara porque miraba un poco para abajo. -Ese es, al fin-. El chico se iba acercando. Levanto la cara, y cuando miro lo que tenia adelante, sonrio. Yamila tambien sonrio, y al momento que lo hizo, noto que una chica le rozaba el brazo un poco transpirado. Simon se acerco mas rapido, extendio los brazos como queriando agarrar algo con todas sus fuerzas -Florci! ¿que haces por aca? - le pregunto Simon. La saludo con ese abrazo y un beso en la mejilla. Sus ojos se desviaron un segundo para ver a la chica que estaba casi al lado de ellos, un poco confundido y sin saber porque ella le habia sonreido. -Nada, estaba comprando una ropita para mi sobrinito, pero ya se la compre y me iba a casa-. -Que coincidencia ¿no? yo estoy libre, ¿queres que vayamos a tomar algo fresco?- Era mentira. Tenia mil cosas que hacer ni bien llegara a su casa. Pero todo daba igual, en ese momento ella era lo unico que le importaba. Yamila miraba el espectaculo del casual encuentro un poco enojada, un poco triste. -Bueno, dale. La verdad que con este calor me vendria re bien, ¿una cerveza bien fria te parece?- -Me re parece- le contesto Simon con los ojos encendidos. Yamila dio media vuelta, fue hasta el auto, insulto al que estaba adelante y mal estacionado, y mientras subia por la calle para volver a su casa, vio a los dos chicos ir hasta el bar de la esquina. -Que vago hijo de puta que me tocó- pensó. -Hoy le digo-, pensó Simon.
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